#1. Hay un adverbio en:
#2. En «Vive ella cerquita de aquí», «cerquita» es:
#3. Hay un adverbio en:
#4. El adverbio en «está lejos» es:
#5. «Alto» funciona como adverbio en:
#6. ¿Cuál oración no tiene un adverbio?
#7. El adverbio en «Te quedó bien bonito» es:
#8. Los adverbios en «Se levantó demasiado tarde» son:
Selecciona todas las opciones que consideres correctas.
#9. «Sí» es adverbio en:
#10. Hay dos adverbios en:
Resultados
Yo diría que hay que practicar un poco más.
La explicación
A la primera clase que, sobre adverbios, dieron en mi escuela primaria —en cuarto grado, si mal no recuerdo—, yo falté. Estaba enferma, y esa ausencia me costó no entender bien, durante muchos años, de qué iba el tema.
Índice:
- ¿A qué llamamos adverbio?
- Cuando el adverbio modifica a un verbo…
- Cuando el adverbio modifica a un adjetivo…
- Cuando el adverbio modifica a otro adverbio…
- Algunas precisiones sobre su ubicación en un enunciado
- La invariabilidad de los adverbios
- Resumen sobre los adverbios
¿A qué llamamos adverbio?
Un adverbio es una palabra invariable que permite modificar o completar el significado de un verbo, de un adjetivo, de una oración o de otro adverbio.
Vive lejos. Está muy caliente. Lo escribió como le dijeron. Bien tarde llegará.
Fíjate, hemos visto ya —en otra publicación— que el adjetivo modifica al sustantivo.
Pues el adverbio cumple similar función, pero con otras categorías.
Él se encarga de añadir cualidades o circunstancias que cambian o le dan un sentido más concreto al significado de un verbo, de un adjetivo, de otro adverbio, de una oración o de una locución.
Cuando el adverbio modifica a un verbo…
Con un enunciado como Vive, puedes imaginar, tal vez, que alguien está con vida; pero con Vive lejos el significado cambia, toma una forma específica: hay alguien que habita en un lugar que está distante del punto que se toma como referencia.
Lejos viene a complementar el significado de ese vivir. En este caso, modifica al verbo.
No es un sustantivo, no es un pronombre, no es un adjetivo; es una palabra que añade una circunstancia sobre algo que se hace. Nos cuenta, en este ejemplo, sobre un dónde.
Los adverbios, cuando actúan sobre el verbo, nos pueden hablar sobre el cómo, el dónde, el cuándo, el cuánto, el sentido, la forma o las propiedades asociadas a lo que es hecho, sucede o es.
Rápidamente envió la carta. Es tarde para lamentos. Está cerca.
Cuando el adverbio modifica a un adjetivo…
No es lo mismo decir Está caliente que decir Está muy caliente.
Muy, aquí, te cambia el grado de calor. Es un adverbio que nos cuenta un poco más sobre ese adjetivo. Y eso es lo que hacen sus similares cuando afectan a este tipo de palabras. Nos informan sobre la magnitud, la cantidad o la intensidad de la cualidad o atributo del que se habla.
Era extremadamente bello. Está bien fuerte.
La relación es directa. El adverbio acompaña de cerca al adjetivo y se ubica delante de él.
No pondrías:
*Está fuerte bien. *Es bonito muy. *Bonito es muy.
Cuando el adverbio modifica a otro adverbio…
Al decirte Pronto ganará te doy una idea sobre cuándo podría tener lugar el acto de ganar. Hay un adverbio que complementa a un verbo.
Mas si digo Muy pronto ganará, ese muy que sumo no modifica a ganará —no tiene sentido *muy ganará—; ese muy modifica a pronto.
Estamos ante un adverbio que afecta el significado de otro adverbio. Nos brinda información más precisa sobre él. Esa añadidura cambia las circunstancias asociadas.
Están demasiado cerca. Camina más despacio.
Aquí, ambos adverbios permanecen muy juntitos y el modificador se pone delante del modificado.
Seamos sinceros, se sentirían muy raras estas construcciones:
*Están cerca demasiado. *Camina despacio más.
Algunas precisiones sobre su ubicación
En una oración simple podemos darnos el lujo, muchas veces, de separar el adverbio del verbo al que modifica.
Podríamos escribir tanto Los directivos publicaron ayer esa noticia como Los directivos publicaron esa noticia ayer.
Publicaron y ayer no tienen por qué estar juntos siempre.
Sin embargo, en una oración compuesta, el adverbio —si está presente— debe permanecer cerca del verbo al que modifica porque su ubicación puede cambiar por completo lo que se quiere expresar.
No es lo mismo escribir Hoy dijo que él vendrá que Dijo que él vendrá hoy. En el primer enunciado, hoy afecta a dijo; y en el segundo, a vendrá. No es igual el mensaje.
En uno, se nos dice cuándo algo ha sido dicho; en el otro, cuándo alguien vendrá. En un caso, el adverbio modifica al verbo de la oración principal; y en el otro, al de la subordinada.
¿Y qué pasa cuando, por ejemplo, usamos adverbios negativos o afirmativos aislados con comas?
No, iré. Sí, mejor que ese no lo quiero.
Pues son adverbios que responden a verbos que se sobreentienden o que han sido mencionados con anterioridad en preguntas. Son la respuesta a una oración interrogativa previa: ¿Te quedarás en casa? (No me quedaré en casa); ¿Estás conforme con X objeto? (Sí estoy conforme).
También podemos encontrar adverbios que modifican locuciones como de cerca o por detrás, por ejemplo.
Se sigue la misma lógica que cuando complementan a un adverbio, pero esta vez lo afectado no es solo una palabra, sino todo el significado del conjunto.
Hay también adverbios que nos introducen oraciones subordinadas; hay adverbios de enunciación, interrogativos, exclamativos...; hay adjetivos que a veces funcionan como adverbios (va rápido); hay locuciones adverbiales que toman el lugar de un adverbio (aplaude a veces)...
En fin, la complejidad del tema es larga, pero —si te toca identificarlo— lo que quiero que te preguntes primero es qué parte modifica o afecta y qué nos cuenta sobre esa parte, qué matiza, qué incrementa, qué disminuye, qué pregunta, qué responde.
El otro detalle esencial es el de la invariabilidad.
Dijo que él vendrá hoy. | Dijeron que ellos vendrán hoy. |
Lo vivió muy de cerca. | Lo vivieron muy de cerca. |
Haz el ejercicio cuando tengas tiempo. | Hagan los ejercicios cuando tengan tiempo. |
Francamente, te excediste. | Francamente, se excedieron. |
La invariabilidad de los adverbios
Este es un punto clave para diferenciarlos, no pocas veces, de un adjetivo, de un sustantivo, de un verbo.
Los adverbios son invariables. No admiten accidentes gramaticales como el género y el número ni, mucho menos, cambios de tiempo y modo.
Nada de poner *ayeres o *ayera, *mañanos, *tambiena, *tambienaba, *muys, *muysa.
Este dato es utilísimo cuando nos encontramos ante un vocablo como mucho, por ejemplo, que puede ser adjetivo, adverbio y pronombre. Sabes que no es adverbio cuando aparecen las variaciones mucha (mucha comida), muchas (muchas ganas), muchos (muchos amigos). Por ahí ya puedes descartar un poco.
¿Tiene excepciones esta regla?
Hay algunos casos en los que se documenta el uso de ciertos adverbios de manera concordada con la palabra a la que modifican.
Sucede con, por ejemplo, los adverbios de grado todo y medio.
Estaba todo mojado. Estaba toda mojada. La comida estaba medio fría. La comida estaba media fría.
Mas esta no es la regla. Se trata de una paradoja muy excepcional, al parecer.
La otra pista está en localizar a quién modifica esa palabra o qué función cumple. En mucho ruido por ejemplo, mucho modifica al sustantivo ruido, y ya sabemos que los adverbios complementan a verbos, adjetivos y otros adverbios.
Ejemplos de mucho, como adverbio, son los siguientes:
Ríe mucho. Es mucho más rápido.
Sin embargo, ten en cuenta que, si bien no coquetean con las variaciones de género (masculino y femenino) y número (singular y plural), sí admiten grados de aumento y disminución.
Por ejemplo: cerquita.
Resumen sobre los adverbios
Ten en cuenta que los adverbios:
- no nombran ni nos permiten referirnos a personas, animales o cosas (eso se lo dejamos a los sustantivos y a los pronombres);
- no califican ni determinan (eso se lo dejamos a los adjetivos);
- no nos dicen cuál es la acción (eso se lo dejamos a los verbos).
Con los adverbios:
- completamos o matizamos el significado de un verbo, un adjetivo u otro adverbio;
- añadimos información sobre la circunstancia que rodea al término o a la oración afectada;
- no necesitamos buscar una concordancia con las palabras a las que modifican.